Hysteria (sobre la música y la locura) 7


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I: Pequeña introducción

 

He de reconocer que amo la música. Para mí es la más noble de las artes, pues conjuga la matemática con la pasión y deja fuera las palabras. Va directamente al cuerpo, sin intermediarios, sin malentendidos; y cuando las palabras suenan con la música, calan más profundo, se vuelven más puras, más transparentes.

Si la poesía es el intento de hacer música con las palabras, la propia música es el intento de hablar sin lenguaje.

La música es el vacío en estado puro, el deseo en su más genuina esencia, la voz del alma, los ojos del amor, la textura de todo lo que es vital o digno. Nietzsche llegó a afirmar que la vida sin música sería un error. No un fracaso, ni un sacrificio, ni un erial, sino un ERROR.

Dada mi manía con la etimología tengo que precisar antes que nada que la palabra “música” proviene del griego mousike que literalmente significa “el arte de la musa”. Lo cual, a mi pobre entender, es precioso y brutalmente certero.

El músico que compone o toca – cuando acaba llegando a la fibra más íntima del ser de aquellos que escuchan –, lo hace poseído por algo que él vivencia como externo y que sin embargo le habita. La musa se apodera de su mente y de sus dedos, entonces el mundo explota en belleza y fuego. Cuando la musa le abandona, el vacío y el silencio son desoladores.

Esta mención a la música y a las musas que le dan origen tiene relación con una pequeña cosa que comentaré más adelante.

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II: Huellas de la música a través del tiempo

 

Antes de entrar de lleno en el tema de esta entrada no puedo resistirme a dar algunas pinceladas de ciertas curiosidades que rodean a la música, las cuales pueden ayudar a entenderla como el arte más profundo, como el arte más cercano al corazón del corazón humano.

En la Grecia clásica la música era considerada una de las enseñanzas esenciales para convertir a todo ser humano en ciudadano civilizado, junto con la gimnasia y la matemática. Precisamente fue Pitágoras quien descubrió la relación entre las matemáticas y la música, abriendo así un universo que cristalizaría siglos más tarde en sinfonías, óperas, jazz, rock’n’roll, bandas sonoras y heavy metal.

Pitágoras fue el primero en postular que el universo estaba hecho de música (lo cual como veremos no está tan lejos de lo que se piensa en la actualidad) y afirmó que los cuerpos celestes – los planetas – al moverse producían notas musicales puras. De ahí el origen de la “música de las esferas”.

Nota: En la Grecia clásica, donde no había telescopios, sólo eran visibles siete planetas. Uno por cada nota musical que Pitágoras asoció a un número o intervalo.

Homero cuenta en su Odisea el poder de la música emanado del canto de las sirenas que casi enloquecería a Ulises, y que le hubiera llevado a la perdición de no haber obligado a su tripulación a amarrarle a un mástil y cubrir con cera los oídos de sus remeros.

Casi mil años después tenemos la imagen (errónea pero no por ello menos poderosa) del emperador Nerón imbuido en la música de su lira, indiferente mientras la majestuosa ciudad de Roma ardía en un infierno llameante a su alrededor.

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Los nombres de las notas musicales provienen de la Edad Media, concretamente del siglo XI, cuando el monje Guido D’Arezzo (que también inventó el solfeo o lenguaje musical) las nombró a partir de las primeras sílabas de cada verso del siguiente himno en latín dedicado a San Juan Bautista:

UT queant laxis (para que puedan) [“Ut” pasó a llamarse “Do” por ser la primera sílaba de la palabra latina Dominus, que significa “Señor”].

REsonare fibris (exaltar a pleno pulmón) [Re].

MIra gestorum (las maravillas) [Mi].

FAmuli tuorum (estos siervos tuyos) [Fa].

SOLve polluti (perdona la falta) [Sol].

LAbii reatum (de nuestros labios impuros) [La].

Sancte Ioannes (San Juan) [Si].

 

Particularmente en la Edad Media, pero en realidad desde siempre, la música se entramó con la religión, lo que da una idea del alcance espiritual que los sonidos musicales pueden llegar a alcanzar.

Siguiendo en la Edad Media, de los modos del canto gregoriano (que daba más importancia al texto, a las palabras, que a la música) derivaron los modos mayores y menores que otorgan la coloración a la música tonal que nos rodea en la actualidad.

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Cuentan que tanto Franz Joseph Haydn (1732-1809) como Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), ambos unidos por una estrecha amistad, eran muy aficionados a las cartas. Cuando quedaban para jugar entre ellos, en vez de dinero apostaban partituras, por lo que podría haber ciertas dudas sobre si alguna obra pertenece con seguridad a Haydn o a Mozart.

El genial compositor Ludwig van Beethoven (1770-1827) sufrió la peor maldición que pudiera acontecerle a un músico, pues comenzó a quedarse sordo en su adultez temprana hasta acabar perdiendo completamente la audición. La última sinfonía (novena) la compuso completamente sordo. El mismo Beethoven, con la audición totalmente perdida, dirigió el estreno de su última sinfonía. Siguió dirigiendo a pesar de que ya había finalizado el concierto, no había más partitura. Uno de los músicos se levantó y ayudó al anciano Beethoven a darse la vuelta, fue entonces cuando vio la tremenda ovación, aplausos y emociones que había desatado, pues no había podido oírlos.

Otra de las obras capitales de Beethoven (la quinta sinfonía) ha despertado dos curiosas teorías respecto a sus famosísimas cuatro primeras notas. Una teoría afirma que esas notas representan la llamada del destino que viene a buscar al hombre (pues suenan como cuatro golpes fuertes en una puerta, los cuales se repiten). La segunda dice que en realidad esas cuatro notas son los sonidos del trino de un pájaro que Beethoven escuchaba todas las mañanas al despertarse, uno de los pocos sonidos que el genio alemán aún podía oír con nitidez.

Añadiendo una nota humorística que nos servirá de puente para adentrarnos en el siglo XX, cuentan que el genial director de orquesta Arturo Toscanini (1867-1957), amante de la perfección de la música y de la perfección en su ejecución, tras un ensayo particularmente malo con una orquesta, furiosamente increpó a los músicos con estas palabras: “¡Después de morir me reencarnaré en el portero de un burdel y no dejaré entrar a ninguno de ustedes!”.

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El compositor, músico, pintor y filósofo estadounidense John Cage (1912-1992) relató que en una ocasión entró en una cámara anecoica (una habitación diseñada para absorber el 99.99% de los sonidos, no se puede escuchar absolutamente nada) para hacer experimentos. John Cage estuvo mucho rato escuchando con gran atención y llegó a oír dos sonidos, uno grave y otro agudo. Cuando salió y lo comentó a los científicos que estaban con él, estos le dijeron que el sonido grave era el de su propia sangre circulando y el agudo era el de su sistema nervioso funcionando. Tras saber esto John Cage llegó a la conclusión de que el silencio puro no existe para el ser humano.

Se ha demostrado que el corazón modifica sus latidos mientras se escucha música, imitando el ritmo y el compás de la melodía que se oye.

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J. R. R. Tolkien (el escritor que consagró su vida a inventar una mitología para su tierra, el Reino Unido, la cual culminaría con su joya El señor de los anillos) imagina en el primer capítulo de su obra El Silmarillion – publicada póstumamente – que el universo y el mundo fueron creados a partir de la música. Dicho capítulo se llama La música de los Ainur y en él se cuenta cómo los Ainur (los primeros seres vivientes creados por el dios primordial Ilúvatar mediante el pensamiento) tocaron un tema musical para llenar el vacío, dando origen así al mundo y al universo.

En su obra de fantasía El nombre del viento, el escritor Patrick Rothfuss relata cómo su protagonista, Kvothe, en su infancia, tras quedarse sin familia y abandonado en el bosque sólo con su laúd, pasó su tiempo con la música como única compañía. Se esforzaba en tocar hasta conseguir expresar con música “el sonido del viento sobre la hierba” o “el de la lluvia cayendo sobre los árboles”. Lo cual me parece una bellísima explicación sobre cómo, si se quiere alcanzar la esencia de las cosas, el camino no es el lenguaje, no son las palabras, sino la música.

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El genial físico Albert Einstein era además un virtuoso violinista, llegando a afirmar que si no hubiera dedicado su vida a la física y a revolucionarla, habría sido músico. Su compositor preferido era Wolfgang Amadeus Mozart, porque, según decía el propio Einstein, su música era tan pura que parecía que hubiese estado siempre presente esperando ser descubierta por el maestro, al igual que él consideraba que pasaba con las leyes físicas.

Siguiendo en el campo de la física más contemporánea y actualizando a Pitágoras, gran parte de los físicos teóricos de la actualidad piensan que la unión de la música y el universo podría ser mucho más cierta de lo que se piensa.

La física ha desarrollado una teoría muy novedosa que hasta ahora no ha sido comprobada, la teoría de cuerdas. No voy a dar una explicación de la misma porque soy un ignorante respecto a este tema. Sólo comentaré que, de confirmarse esta teoría, se obtendría por fin la teoría unificada que la física ha tratado de establecer desde Newton, una teoría que podría explicar todas las leyes físicas (desde las de la física cuántica, referidas a las partículas más pequeñas de la materia, hasta las de la física del universo y los cuerpos celestes).

La teoría de cuerdas afirma que la materia en su núcleo más ínfimo está compuesta de minúsculas cuerdas que vibran (como las de un violín). Si esta vibración se produce en diferentes dimensiones, entonces se da lugar a una partícula u otra (por lo que la teoría postula que hay 11 dimensiones, es decir, 7 dimensiones espaciales más que no podemos percibir).

Por ejemplo, si las cuerdas vibran en 3 dimensiones se produce un electrón, si vibran en 7 dimensiones se produce un neutrino (lo digo al tuntún, sólo para ilustrar la idea). Esto quiere decir que la vibración de las cuerdas más íntimas de la materia forman las partículas subatómicas, las cuales se combinan para formar elementos químicos y moléculas, conformando también a su vez las leyes de la física y la química, igual que un compositor utiliza notas, tonalidades y armonía para crear una sinfonía. Si la teoría de cuerdas se confirmara, podría decirse que el universo estaría hecho a medida de la música, como en verdad creía Pitágoras.

El gran físico teórico Michio Kaku en su libro divulgativo Universos paralelos hace la siguiente analogía entre la música y la teoría de cuerdas de la física:

 

Música Teoría de cuerdas
Notación musical Matemáticas
Cuerdas de violín Supercuerdas
Notas Partículas subatómicas
Leyes de la armonía Física
Melodías Química
Universo Sinfonía de cuerdas
«Mente de Dios» Música que resuena por el hiperespacio
Compositor ?

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Hasta ese punto puede llegar el poder de la música. Me resulta hermoso pensar que igual que creyó Pitágoras, igual que imaginó Tolkien, la física podría demostrar que el universo y nuestra esencia son únicamente música vibrando. Tal vez por eso la música nos llegue tan directamente al cuerpo, nos afecte de tal forma que incluso las fieras pueden ser amansadas por ella.

La última cosa que quiero decir en esta extensa mezcolanza de datos, ideas y curiosidades sobre la música antes de entrar en lo que nos ocupa (perdonad mis disgresiones, pero en cuanto hablo de música no sé cuándo parar), es algo que está relacionado con el vídeo en el que se basa esta entrada.

Una íntima amiga mía, violonchelista de vocación, me llegó a decir en una ocasión que el violoncello era el único instrumento musical, de entre todos los que existen, cuyo registro tonal y cuyo sonido eran los más parecidos a los de la voz humana. Con ello entramos en harina.

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III: El videoclip

 

Hace un par de semanas un amigo mío compartió conmigo por las redes sociales el vídeo de un grupo que yo acababa de descubrir, pero que lleva en activo desde 2011.

El grupo en cuestión se llama 2cellos. Son dos jóvenes violonchelistas de origen esloveno-croata que, en su mayoría, se dedican a versionar canciones muy conocidas de grandes artistas del pop, del rock o de la música electrónica, y lo hacen maravillosamente bien con ese instrumento que es el análogo de la voz humana.

El vídeo que nos ocupa es el videoclip oficial de este grupo versionando la conocidísima canción Hysteria, del grupo de rock británico Muse. Muse en español significa “musa”, y ya hemos hablado de la música y las musas que la originan. La canción Hysteria de Muse es la octava de su disco de 2003 llamado Absolution. La versión de 2cellos es la quinta canción de su disco Celloverse publicado este mismo año (2015). Este es el videoclip oficial de la versión de 2cellos, el cual os recomiendo que veáis (son menos de 4 minutos) si queréis seguir esta entrada:

 

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=gHbwAd5gkMM[/youtube]

 

Voy a detenerme en la forma y el contenido del videoclip más que en la música misma. Respecto a ella, sólo puedo dar mi opinión. Me parece que logran una versión muy bien conseguida del espíritu musical y emotivo que transmite Muse con su canción original, aparte de lo genial que suenan dos violoncellos eléctricos soltando rabia y pasión.

Si habéis visto el videoclip, ya os imaginaréis con más claridad de qué voy a hablar. Voy a empezar con las nociones equivocadas que aparecen en él y con la opinión que en la actualidad social imperante quizá pudieran tener ciertos profesionales o personas diagnosticadas de algún trastorno mental. Por último acabaré con mi propia visión respecto al videoclip y al mensaje que yo extraigo de él.

 

IV: Errores del videoclip según el conocimiento actual de la salud mental

 

Por lo que se refiere a las cosas que están equivocadas en el videoclip, antes de nada quiero señalar que yo las considero equivocadas, pero desde el punto de vista de la psiquiatría o la salud mental de los países desarrollados y culturalmente próximos al nuestro, ya que desconozco la situación en países menos desarrollados o con una historia cultural diferente. A lo mejor lo que considero como error o equivocación puede sin embargo ser habitual o ser considerado correcto en otros lugares.

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Para empezar, el contexto.

El videoclip se realiza dentro de un antiguo y destartalado hospital psiquiátrico (lo que antes se llamaban manicomios). Durante finales del siglo XIX y gran parte del siglo XX los manicomios estaban aislados de los centros de población, normalmente se encontraban en las afueras de las ciudades, y a veces en ellos se empleaban técnicas muy invasivas de contención en personas que podían hacerse daño a sí mismas o a otras (como la camisa de fuerza que sale en el video). Después de la reforma psiquiátrica estos centros se cerraron o se destinaron a otros usos y en la actualidad, aunque hay centros de larga estancia para personas que necesitan estar ingresadas algún tiempo, no tienen ese aspecto ni, en principio, se ejerce esa violencia.

Sin embargo, tengo que decir que lo acabado de mencionar es más una aclaración que una equivocación del videoclip, ya que tanto el contexto destartalado del manicomio como el uniforme de la enfermera que atiende a los pacientes evocan antigüedad, algo ya pasado. Siniestro, por supuesto. Inquietante, en efecto. Pero, en teoría, tiempos pasados.

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Segundo, el diagnóstico.

En la secuencia inicial, cuando la enfermera consulta la historia clínica de los pacientes, aparece en rojo el diagnóstico hysteria (nombre de la canción) junto con el nombre de los artistas, que son los que están ingresados en ese hospital. La traducción de hysteria es evidente, significa “histeria”. La “histeria” como diagnóstico de trastorno mental hace bastantes años que no se utiliza (excepto en corrientes como el psicoanálisis, que no la llaman así, sino “neurosis histérica”).

Lo que antes se llamaba “histeria” ahora se llaman “trastornos disociativos” o “trastornos somatomorfos”. La antigua “histeria” englobaba un conjunto de síntomas que afectaban al cuerpo, la memoria o la identidad de la persona. El ejemplo más clásico era sentir un dolor en alguna parte del cuerpo cuando no se podía expresar en palabras un conflicto que se estaba viviendo entre la persona que sufría el dolor y un ser querido para ella. Las personas “histéricas” siempre han sido consideradas cuerdas, no locas (al menos desde el nacimiento del psicoanálisis a principios del siglo XX hasta la actualidad). Por eso el psicoanálisis la llama “neurosis histérica”. Si se estuviera nombrando un tipo de locura, se denominaría “psicosis histérica” (que aún se discute si las hay o no, pero no me voy a meter por ahí).

En el videoclip se nos muestra a los artistas atrapados en camisas de fuerza, con la mirada perdida y la expresión desconcertada o lábil que a veces aparece en algunos trastornos psicóticos, ingresados en un manicomio (que era donde se recluían a las personas que poseían una patología mental más grave), aferrados torpemente a unos palos como si fueran violoncellos… Es decir, todo apunta a que en el videoclip el sufrimiento de los artistas tiene el carácter de una psicosis. Por tanto, el diagnóstico no debería ser “histeria” sino “trastorno psicótico” (pero si fuera así, no concordaría con el título de la canción).

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Tercero, la forma en la que se muestran los síntomas de la locura.

Habitualmente las personas que padecen de trastornos psicóticos no muestran su sufrimiento de esa forma. La mayoría de las veces es un sufrimiento interno, no visible desde fuera excepto por ciertos gestos, expresiones emotivas, miradas o comentarios de la persona que padece este sufrimiento. Es decir, los síntomas de la locura (salvo en pleno desencadenamiento o en casos muy graves y repentinos – que son los mínimos –) no son tan visuales.

Los síntomas más habituales de los trastornos psicóticos son alucinaciones auditivas (voces que sólo escucha la persona que padece la patología) y delirios (ideas que se mantienen con una absoluta certeza a pesar de que no concuerden con la realidad o se demuestren incorrectas).

Evidentemente, no causa tanto impacto si se muestra la locura de esta forma que si se hace a la manera del videoclip. Es lo mismo que pasó en la película Una mente maravillosa. John Nash comentó que nunca había tenido alucinaciones visuales, fue una licencia artística del director para trasladar mejor el mundo interno que sufría el matemático estadounidense, a pesar de que eso nunca fuera real.

Por cierto, quizá lo que más transmite la sensación de que los artistas padecen locura (además de las camisas de fuerza, las expresiones faciales y el manicomio) son las imágenes en las que utilizan un palo como violoncello. Es decir, confunden la realidad externa con la interna. Esto tampoco es un síntoma propio de la locura (aunque se ha asociado mucho con ella). Cuando uno está drogado, cuando está enamorado, cuando está en estado de euforia, también se confunden la realidad externa e interna. No es sólo exclusivo de las locuras, y, además, en muchas de ellas, la persona sabe perfectamente lo que es real para ella y no para otras personas.

Por tanto, es muy equivocada (pero muy efectista) la puesta en escena de los síntomas psicóticos en el videoclip.

Estos son los tres grandes fallos que yo encuentro en el videoclip desde el conocimiento de la psiquiatría y la psicología clínica de la actualidad.

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V: Breve introducción al victimismo

 

Ahora querría comentar una posible opinión que podrían tener ciertos profesionales de la salud mental o algunas personas diagnosticadas de trastorno mental, particularmente aquellas con diagnósticos de trastorno mental considerados de mayor gravedad. Y para eso tengo que aclarar algo que es muy habitual en la actualidad.

Comenté en otra entrada que actualmente vivimos en la sociedad más libre, al menos en apariencia, que ha existido a lo largo de toda la historia de la humanidad. El problema es que muchas veces confundimos libertad con conseguir lo que queremos. El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre afirmó una vez que (cito de memoria, así que no son las palabras exactas) “el peligro reside en confundir libertad para desear con obtener lo que se desea. Uno es libre para desear lo que quiere, pero eso no quiere decir que necesariamente vaya a conseguirlo”.

Esto que parece bastante evidente no es así en absoluto. Actualmente tendemos a confundir la libertad del deseo con su realización, es decir, que uno sólo es libre si de verdad alcanza lo que quiere, si de verdad realiza su deseo. Se nos escapa que la libertad está en el poder desear en sí mismo, no en la obtención de ese deseo (ya que muchas veces no depende sólo de nosotros, por mucho que los americanos, los “coachs” o ciertos psicólogos nos quieran vender eslóganes de este tipo, como “depende de ti”, “tú eres el amo de tu propia vida”, “sólo tú puedes conseguir el objeto que te haga feliz”).

¿Dónde está el peligro en la confusión de la libertad para desear con obtener lo que se desea? El peligro está en una excesiva victimización. Voy a tratar de explicarlo de forma breve.

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Si vivimos en una sociedad que promociona la libertad como la obtención de objetos que, supuestamente, nos dan la felicidad; si además vivimos en una cultura que identifica la libertad con el individualismo (en el sentido de que el ideal es que una persona se haga a sí misma – cuando en realidad siempre necesita de los otros –); si además vivimos en una sociedad que nos bombardea a todas horas con que sólo nosotros podemos obtener lo que deseamos y así ser felices, y también nos bombardea con que si somos infelices, somos nosotros los únicos culpables; si vivimos en un espacio socio-cultural con estas características, entonces corremos el peligro de sentirnos víctimas cuando no obtenemos lo que creemos que deseamos.

En efecto, si la posibilidad de ser felices está al alcance de la mano, además nos animan a ello y además nos inyectan eslóganes y modos de ser en los que uno puede considerarse todopoderoso sobre todas las áreas de su vida, entonces cuando no se obtiene lo que se desea, uno se frustra muchísimo y, además, se siente una víctima.

Si uno es siempre capaz de conseguir la felicidad que la sociedad exige tener y no lo puede hacer, la culpa es de los otros o de las circunstancias, nunca propia. Eso es sentirse una víctima: asumir que no se tiene responsabilidad en las cosas malas que a uno le pasan en la vida. Si uno no puede responder, se siente indefenso, pero es que si uno en el fondo no quiere responder, entonces sólo le queda como alternativa victimizarse, nombrarse a sí mismo como víctima. Lo cual es muy peligroso porque se corta de raíz la posibilidad de que uno pueda hacer algo para cambiar la situación dolorosa que está sufriendo.

 

VI: Una hipótesis respecto a la lectura superficial del videoclip

 

Todo este rollo viene por la posible lectura que ciertos profesionales de la salud mental o ciertas personas diagnosticadas de trastorno mental podrían hacer después de ver un videoclip como el que estamos comentando.

Una lectura superficial (completamente legítima, por otra parte) consistiría en afirmar que un videoclip como este lo que hace es fomentar el estigma contra las personas diagnosticadas de trastorno mental. Eso es cierto, sólo que únicamente es cierto si uno se queda en la superficie, si uno no tiene en cuenta el trasfondo que cualquier artista intenta siempre alcanzar: provocar, protestar, dar otros sentidos y, por encima de todo, crear.

La lectura superficial de que este videoclip fomenta el estigma contra las personas diagnosticadas de trastornos mentales graves se podría fundamentar en las imágenes que gobiernan el propio vídeo: los artistas atrapados en camisas de fuerza, encerrados en una habitación sin posibilidad de salir, amarrados a las camillas, obligados a tragar pastillas por la fuerza, proporcionándoseles un palo para que se entretengan como si fuera un violoncello y que así dejen de molestar o no den problemas, aislados con su locura sin importar a nadie…

Las personas que sufren de algún trastorno psicótico, las asociaciones de personas diagnosticadas de trastornos mentales y las asociaciones de familiares se podrían levantar en cólera clamando que eso fomenta una visión de la “enfermedad mental” perjudicial y falsa. Y no les faltaría razón. Ya que si uno se queda en la superficie, sólo entiende que el mensaje del videoclip puede ser que el “loco” es un enfermo incontrolable, violento, que sólo puede ser tratado como un objeto y retenido contra su voluntad por ser peligroso, cuando, evidentemente, esto no es así. Más bien al contrario, los actos violentos cometidos por personas diagnosticadas de trastornos mentales graves suelen ser contra sí mismos y los cometidos contra los demás tienen una probabilidad muy, pero que muy baja, comparados con los que cometen las personas “cuerdas”.

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Pero no sólo ellos, también los profesionales de la salud mental (en particular la enfermería, que es la que aparece representada en el videoclip) podrían levantarse a voz en grito afirmando que esa forma de tratar a las personas diagnosticadas de trastorno mental ya no se hace, que ahora se les trata de otras formas mucho más humanitarias. Y también tendrían razón.

La enfermera que sale en el videoclip nos recuerda a la famosa enfermera Ratched de la novela (después llevada al cine) Alguien voló sobre el nido del cuco. Una enfermera con completo poder sobre los ingresados y que además no duda en ejercerlo a pesar de provocar sufrimiento o de que los internos se nieguen a “colaborar”. Los que hemos trabajado codo a codo con profesionales de la enfermería en salud mental sabemos que muchos de ellos, sobre todo si tienen la especialidad de enfermería en salud mental, tienen una sensibilidad y una humanidad que superan muchas veces las de muchos psiquiatras y psicólogos.

Los propios psicólogos y psiquiatras podrían sentirse muy aludidos y heridos en su amor propio con este videoclip y sumarse al carro de argumentar el peligro que posee de aumentar el estigma social contra el “loco”. Tendrían razón, es cierto. Pero sólo al precio de olvidar su propia historia.

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La historia de la psiquiatría está plagada de contribuciones enormemente valiosas, pero también de peligros y poderes ejercidos contra personas vulnerables por creer en ideas equivocadas desde el punto de vista científico (como la causa biológica de los trastornos mentales). Si el videoclip muestra todo eso es porque ha existido. Han existido las camisas de fuerza, el internamiento involuntario durante años para una persona, las correas para amarrar, las inyecciones administradas en contra de la voluntad de la persona. Pero también han existido cosas peores que no se muestran en el vídeo como los electroshocks y las lobotomías. De hecho, algunas de esas cosas aún existen. No hemos de olvidar que la psiquiatría es la única especialidad médica que puede obligar a una persona a internarse y ser tratada médicamente contra su voluntad.

No queremos decir que estemos en contra de ciertas cosas que se hacen en salud mental porque a veces, por desgracia, son necesarias y en la actualidad, cuando se ejercen (ingresos involuntarios, tratamientos suministrados contra la voluntad de la persona, contenciones mecánicas…) se trata de hacerlo con todo el tacto y la humanidad posibles. No obstante, no por ello deja de ser doloroso y tampoco dejan de existir otras alternativas (el ejemplo de la ciudad de Trieste en Italia es perfecto en este sentido).

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El problema de quedarse en una lectura superficial del videoclip afirmando que aumenta el estigma contra los trastornos mentales es que se corre el peligro de caer en la victimización que hemos mencionado.

Por parte de las personas diagnosticadas de trastornos mentales graves y de las asociaciones de familiares se podría utilizar este argumento para desresponsabilizarse a sí mismas de lo que a veces se provoca sin saberlo. Como este videoclip aumenta el estigma social y las personas con trastornos mentales graves no cometen actos incontrolables o fuera de toda lógica (lo cual es cierto), daña la imagen humanitaria que se intenta instaurar de estas personas (lo cual es más cuestionable porque al fin y al cabo es una manifestación artística, y como en todas, siempre hay varios mensajes, de los cuales los más importantes son los que no se ven a simple vista).

Quedarse en una lectura de este tipo supone un argumento para victimizarse a sí mismos, ya que precisamente como las personas con trastornos mentales graves no son peligrosas ni violentas, leer una manifestación artística de este tipo de esa forma provoca justo lo contrario de lo que se dice defender.

Al afirmar que un videoclip como este aumenta el estigma, implícitamente se está recordando que, en el fondo, siempre hay un temor a que estas personas sean realmente violentas y peligrosas, con lo que son las propias personas diagnosticadas y las asociaciones de familiares las que podrían aumentar el estigma social sin pretenderlo.

Esta es una de las consecuencias de la victimización, es decir, provocar (sin darse cuenta y sin quererlo, por supuesto) lo que uno no quiere sufrir, lo que uno quiere evitar. Claro, si uno evita responder de lo que se ve envuelto y forma parte, habitualmente acaba encontrando lo peor.

Sé que puede sonar muy salvaje porque no es habitual pensar de esta forma, pero defender una lectura superficial de este videoclip afirmando que aumenta el estigma produce entonces un efecto paradójico. Lo que aumenta el estigma no es el videoclip en sí, sino el hecho de decir que ese videoclip aumenta el estigma. Los que defendieran esa visión serían los que aumentarían el estigma por el mero hecho de nombrarlo, de marcar una diferencia (pues eso es lo que hacen las palabras: afirmar algo siempre supone en última instancia resaltar lo contrario), aunque lo hagan con toda la buena intención del mundo.

La otra consecuencia de la victimización es que cuando a las personas que defienden esa visión se les confronta con ella, resulta insoportable y sólo pueden acudir al único argumento que queda: ser víctimas de la salud mental o de la historia de la psiquiatría. Aunque en parte eso es cierto, si sólo se mantuvieran en ese enfoque, entonces nunca podrían salir de ese callejón sin salida. Sólo cuando uno asume la responsabilidad y deja de lado la victimización puede cambiar las cosas.

El estigma no disminuye señalándolo, al contrario, aumenta. El estigma sólo disminuye si se hacen cosas prácticas para borrarlo, y para hacer algo uno primero debe sentirse responsable, ya que si se es una víctima, no se puede hacer nada.

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Por parte de los profesionales de la salud mental que leyeran el videoclip como una forma de aumentar el estigma social también se correría el peligro de victimizarse a sí mismos.

Efectivamente, esto se produciría por olvidar su propia historia, como hemos comentado. Señalar que un videoclip como este aumenta el estigma social y que ya no se hacen las cosas así sería negar la realidad, porque hay cosas que se siguen haciendo de esa forma (aunque con menos violencia y más conocimiento).

Por parte de los profesionales, afirmar que el videoclip aumenta el estigma social es desentenderse de la historia de la que puede que no hayan formado parte directamente, pero que ha conducido al establecimiento de su profesión como ciencia o saber.

Otra forma de convertirse en una víctima consiste justo en olvidar o negar la historia de algo de lo que uno forma parte. Esto es lo que Freud describió como “represión y retorno de lo reprimido”, es decir, lo que se trata de olvidar o negar y que es doloroso o perjudicial, acaba volviendo. Disfrazado, disimulado, incontrolado, pero acaba volviendo. No en vano se dice que quien olvida la historia está condenado a repetirla, y es precisamente por esto.

Entonces, si uno rechaza aquello que forma parte de su historia y trata de olvidarlo o de negarlo, cuando eso vuelve, la persona tiene dos opciones: asumirlo y hacer algo con eso o bien sentirse una víctima de las circunstancias o de la historia. Es este el punto frágil de los profesionales que leyeran el videoclip como fomentador del aumento del estigma.

En efecto, olvidar la historia de la psiquiatría (en este punto recomiendo encarecidamente la lectura de la tesis doctoral de Michel Foucault Historia de la locura en la época clásica), olvidar las prácticas de poder que ha desarrollado, obliga a los profesionales de la salud mental a victimizarse. Nosotros no tenemos la culpa de eso, de hecho lo rechazamos. Pero no lo rechazamos, sino que lo negamos, lo cual es distinto. Al negarlo, nos vuelve y al volvernos no podemos hacer otra cosa más que defendernos de la misma forma, es decir, seguir olvidando la propia historia y negando la realidad de lo que a veces, por desgracia, nos vemos obligados a prescribir.

Al hacer esto, nos justificamos diciendo que somos víctimas de nuestra propia historia, que eso ya ha cambiado, que ya no es así. Esto, como siempre pasa con la victimización, produce el mismo efecto de inmovilización ya descrito, el mismo efecto de imposibilidad de cambio.

Es por todo esto que si los profesionales de la salud mental leyeran este videoclip como un factor de aumento del estigma social, olvidarían su propia historia y caerían en la victimización.

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Después de este punto que asumo polémico y, por supuesto, discutible y rebatible, finalizaré esta entrada ya muy extensa con mi propia visión y el mensaje que yo extraigo de este videoclip.

Si todo lo que llevo dicho hasta el momento es factible de crítica, debate y cuestionable, mucho más lo será esta última parte, puesto que dejo de lado el conocimiento para aportar mi propia opinión que, de seguro, podrá estar errada.

 

VII: Una opinión subjetiva

 

Para mí, este videoclip de 2cellos no fomenta el estigma social de la locura. Por el contrario, por un lado no permite olvidar y por otro lado hermana locura y creación.

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Por una parte el videoclip tiene la esencia de un recuerdo. El manicomio abandonado, destartalado y tal vez únicamente habitado por los dos violonchelistas, el uniforme de la enfermera, las historias clínicas en papel amontonadas en antiguas estanterías, las camisas de fuerza, las puertas de las habitaciones como si fueran las de una cárcel, las camillas de los años sesenta del siglo XX… Todo eso contribuye a crear un aura de lo pasado, de la historia antigua de una disciplina como la psiquiatría, que siempre se situará entre lo médico y lo social.

Ese recuerdo a su vez arrastra toda la montaña histórica, social, cultural y subjetiva que reposa bajo la palabra “locura”.

Todas las palabras que tienen a sus espaldas siglos de historia y que se utilizan de forma compartida (entre muchos individuos de una sociedad dada en un tiempo determinado) arrastran con ellas los sentidos, los saberes, los significados y las acepciones de todos esos siglos con los que cargan.

Por ejemplo, la palabra “filosofía” lleva con ella el peso de miles de páginas escritas, las diferentes interpretaciones, los campos de los que se ocupó, las épocas en las que existió, brilló y se extinguió. Junto a eso sigue cargando con los sentidos y significados que se le dan en la actualidad. Lo mismo sucede con la palabra “preso”, con la palabra “Dios”, con la palabra “imperio” y con muchísimas palabras más.

Sin embargo, hay ciertas palabras cuyo peso secular a través de la historia toma el carácter de algo negativo, extraño, malo o peligroso. Es lo que ocurre con la palabra “guerra”, la palabra “delincuente”, la palabra “sexualidad”, la palabra “muerte” y, por supuesto, las palabras “locura” y “loco”.

Esta carga histórica negativa de las palabras que he puesto como ejemplo tienen una base común, a saber, que todas ellas nombran en su núcleo más íntimo algo que es incontrolable, algo que no se puede predecir ni contra lo que se puede prevenir.

A lo largo de la historia, la muerte no por ser cierta pudo ser controlada. En la actualidad seguimos tratando de alcanzar desesperadamente el sueño de Dorian Gray y burlar la muerte manteniéndonos siempre jóvenes. Y sin embargo, seguimos muriendo, a veces de forma insidiosa, a veces de forma repentina. Seguimos envejeciendo.

Lo mismo sucede con la palabra “delincuente”. Tratamos de instaurar políticas que resuelvan los actos delictivos, construimos sistemas judiciales y penales para, en teoría, tratar de reinsertar al imprevisible, lo llevamos haciendo desde hace siglos. Y sin embargo, seguimos rodeados de asaltos a las leyes sociales.

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El ejemplo de la locura y del loco alcanza en este ámbito la cota más alta de expresión.

En efecto, la carga histórica esencial que llena a estas dos palabras es justo la idea de incontrolabilidad, de no poder predecir quién será loco y quién no, de no poder establecer qué es lo que vuelve loca a una persona, de no saber cómo “curar” la locura.

No obstante, que algo sea incontrolable desde el punto de vista histórico y socio-cultural no quiere decir que no se intente aislar, retener o controlar de alguna forma. Es lo que pasa con la muerte, es lo que ocurre con la sexualidad y es lo que sucede sobre todo con la locura y con el loco.

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Foucault describió excelentemente bien la maniobra social que a partir del siglo XVII y hasta casi nuestros días se realizó para controlar la locura. Consistió en excluirla, pero excluirla dentro de la sociedad, en hospitales y asilos. La locura compartió celda con la pobreza, los delincuentes y los desviados sexuales.

Fue a partir de esta maniobra social de exclusión interna que se posibilitó la existencia de la psiquiatría (y más tarde la de la psicología y la criminología). Gracias a esta maniobra social de exclusión interna, la psiquiatría pudo tomar como objeto de estudio a los locos que estaban encerrados. El saber de la psiquiatría se empezó a constituir desde este punto histórico-social de exclusión interna, es decir, de intento de controlar lo impredecible.

A partir de ahí se desarrollaron las teorías que trataron de convertir la locura en enfermedad biológica, las cuales conllevaron la existencia de ciertas prácticas sobre el cuerpo del loco. Parte de esas prácticas son las que se muestran en el videoclip.

Es por ello que un videoclip como este no permite olvidar la carga de incontrolabilidad, los intentos para aislar y excluir a la locura y al loco, que la historia y la cultura han tratado de desarrollar a lo largo de los siglos.

Por eso este videoclip no aumenta el estigma contra la locura, al contrario, contribuye a reducirlo puesto que no consiente el olvido. Hace presente lo pasado y sólo de esa forma podremos conseguir no repetirlo.

Si estas prácticas caen en el olvido, corremos el peligro de seguir manteniéndolas. Por supuesto no de la misma forma. Lo que se trata de reprimir, de olvidar, aparece después pero disfrazado, aparentemente distinto. Me da la impresión de que eso es lo que está pasando en la actualidad. Quizá no existan camisas de fuerza ni manicomios, pero existen los psicofármacos y la ocupación rutinaria de las unidades de rehabilitación, y no sólo para los “locos”. Cada vez más personas acaban entrando en esas prácticas renovadas de poder sobre el cuerpo que ejerce la medicina en general y la psiquiatría y la psicología en particular, precisamente por tratar de reprimir la historia que les dio origen.

Este videoclip es un recordatorio, al modo de la “memoria histórica” que en nuestro país se trata de defender, para no olvidar y, por tanto, para no repetir lo peor.

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El mensaje fundamental que yo extraigo de este videoclip, aparte del recordatorio para no olvidar, es la unión entre locura y creación. Ya hablé de este tema en otra entrada, pero aquí lo voy a hacer desde otra óptica.

Un punto en común entre la locura y el arte es justo que ambos son la expresión de una subjetividad única. Sin embargo, la diferencia fundamental entre ellos es que el arte puede llegar a encontrar su lugar en lo social, puede hacer discurso, enviar mensajes, mientras que la locura trata de ser excluida del discurso social.

No obstante, no todo arte ni todo artista encuentran su lugar en el presente social en el cual viven. Los ejemplos de artistas que sólo han alcanzado el reconocimiento y la entrada en el discurso cultural después de su muerte son muy numerosos: Cervantes, John Keats, van Gogh, Schubert…

Para mí este es el punto fundamental del videoclip y el verdadero mensaje que quiere transmitir. Es decir, el artista aislado, no reconocido, tomado por loco, tratado como tal, intentando por todos los medios de que no hable, igual que pasa con el loco. Encerrándole, manipulándole para que deje de crear, igual que ciertas prácticas hacen con el loco.

¿Por qué? Porque la creación y la locura, hermanadas tanto en el desprecio que provocan como en el tesoro que encierran, habitualmente incomodan. Incomodan y además son imprevisibles. Tanto la creación del loco sobre sus síntomas como la del artista en su obra hacen visible el punto de ceguera social, la fisura por donde se parte cualquier discurso. Hacen ver la esencia del alma, el vacío hueco que nos conforma y lo que puede salir de ese vacío: desde la belleza más pura hasta la angustia más profunda, desde la creación que revoluciona al ser humano hasta la agonía en la que lentamente languidece.

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Durante todo el videoclip se muestra la lucha de los artistas por seguir manteniendo la musa a su lado, aunque sólo sea con un palo por compañía. Se observa el ímprobo esfuerzo de los artistas por sostener su creación, a pesar de estar amarrados, a pesar de ser obligados a consumir fármacos que nublan el juicio.

Es justo el inverso de la locura. En la locura la persona asiste a un mundo interior que se resquebraja en pedazos de palabras, de imágenes, de cuerpo, mientras que la realidad exterior se mantiene estable, sin cambios.

En el videoclip se nos muestra que la realidad exterior es la que se rompe a pedazos, la que tortura y trata de doblegar. Sin embargo, la realidad interna es la que sostiene. La música sigue permaneciendo en el fondo del cuerpo. Se ata desde dentro lo que se desarma fuera.

Ahora imaginemos que estas dos nociones fueran dos espejos reflejados, la una sobre la otra, la otra sobre la una. ¿Dónde está el límite? ¿Dónde está la franja que separa lo interno de lo externo? Quizá en el arte y en la locura eso dé completamente igual. Quizá no se trate de establecer que lo que está mal es lo de dentro o lo de fuera. Quizá lo único que importe es que algo se rompe, el abismo se abre (da igual si dentro o fuera) y entonces la persona sólo puede tratar de crear algo para seguir viva, para seguir sostenida sobre un naufragio que desarbola lo más íntimo. ¡Qué importa si lo más íntimo está dentro o fuera! No es una cuestión de espacio, sino de topología.

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Cuando ocurre eso, cuando la realidad externa o interna se resquebraja, tenemos dos caminos iguales en su estructura: el artista que se vuelve loco, el loco que se vuelve artista.

Es esa creación, la cual sólo surge de un sufrimiento que vuelve loco, la que toma el cariz de arte; la que incomoda y revuelve; la que toca la esencia de todos los que son testigos.

En ese punto acaba el videoclip. La última imagen, para mí la más escalofriante, es la jeringuilla de la que gotea un líquido, un fármaco. Es la respuesta que cualquier sociedad da a todo lo que incomoda: excluir internamente, hacer callar, enmudecer al precio que sea. No vaya a ser que entonces dejemos de estar ciegos y nos levantemos renacidos, no vaya a ser que abandonemos la ceguera y nos dé por salir del victimismo y cambiar no ya el mundo, sino la propia vida. Puesto que cuando una vida cambia, el universo entero se estremece.

Ha variado la música y eso siempre afecta a la ejecución, al movimiento y, en última instancia a la partitura.

El loco que es músico, el músico que es loco. Hay que hacerles callar, pues pueden abrir las puertas de la angustia y, con ellas, las de la auténtica libertad.

 

Escrito por Jesús Rodríguez de Tembleque Olalla

Psicólogo clínico del equipo Ágalma


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7 ideas sobre “Hysteria (sobre la música y la locura)

  • nacho

    Hola Jesús. Es emotivo lo qué expresas. Por un lado la equiparación que haces de la música con la matemáticas, me pareció hermoso y toda una lección del porqué de dicha semejanza.
    Resulta que Pitágoras no solo descubrió que hipotenusa al cuadrado es igual a la suma del cuadrado de los catetos. Sino que descubrió la relación entre matemáticas y música. Genial la lección.
    Respecto al video de los dos artistas 2 cellos. Y si bien desde mi ignorancia y desconocimiento te diré mi lectura, ayudado por tu lección de desórdenes mentales. Asiqué es solo eso. Una humilde opinión.
    Lo primero que señalas es el contexto, el lugar donde se desarrolla la escena, donde yo creo solo es un escenario, para representar la hysteria antigua la del siglo XIX o quizás la histeria femenina. Por otro lado de las tres personas que salen en escena creo, que quien puede sufrir algún trastorno es la enfermera, esa mirada y esa forma de maquillarse para desempeñar esa labor creo que no es de una mujer cuerda, dices que los síntomas de la locura no son tan visuales. Entonces creo que es ella la que sufre alucinaciones auditivas, ( cree que los pacientes hacen sonar violonchelos)!!! Tal y como defines delirios» idea que se mantiene con certeza a pesar de que no concuerda con la verdad» creo que es lo que la sucede a ella. No solo imagina qu los pacientes tienen una adarga a modo de violonchelo. Cosa que no concuerda que necesita mantener con certeza y por eso necesita recordar el historial de los chicos. Gesto que a leer solamente consigue proyectar lo que a ella la sucede.
    Creo que el gesto de las píldoras es un acto para calmar lo que esta proyectando, lo que a ella la sucede. Entiendo que la escena «escalofriante» de la jeringuilla, a mi, me dejo la puerta abierta para varias cuestiones, para quién era? Para ellos? Solo tiene una y no dos, yo creo que es para ella finalmente, y el efecto de ese antídoto hace ver a los chicos tumbados de nuevo quietos y en silencio como en el principio del videoclip.
    Respecto a la lectura del videoclip. Comparto todo lo que dices Jesús.incluido lo que dices de todo el personal sanitario de la la salud mental, en especial la enfermería, tienen, o tenéis una humanidad especial.
    Comparto totalmente que este videoclip no debiera o no puede elevar el estigma social de la locura.
    Creo que pensarlo así sería algo así como quien pensó en eliminar la filosofía de las aulas, o rebajar el nivel y calidad de las clases de historia.
    Y bueno quizás no está mal recordar para elaborar y repetir. O no repetir.
    Gracias Jesús.

    • Ágalma Autor

      Hola, Nacho. Muchísimas gracias por haber leído una entrada tan larga y, quizá, tediosa en ocasiones. Y muchísimas gracias por tu opinión y por tu lectura. Me encantan.
      La verdad es que no lo había pensado así, siendo la enfermera la que pudiera tener problemas. Es una visión que le da la vuelta a todo y esas son las mejores.
      Concuerdo contigo en que el manicomio es un escenario y, como tal, pueden ser representadas distintas obras en él. La representación a la que tú aludes es una que a simple vista puede no ser vista (yo ni siquiera lo había considerado).
      Es verdad, puede que sea la enfermera la que, con su problemática, imagine toda una realidad para darle sentido a su sufrimiento y para asumir y tomar ella misma el tratamiento (maravillosa tu puntualización de que sólo hay una jeringuilla al final, no dos).
      Es quizá ella la que no pueda controlar algo de su ser, con lo que algo del lenguaje imbricado a su cuerpo se deslavazaría en forma de alucinaciones o vivencias cenestésicas. Entonces sería ella la afectada de locura y no los artistas, los cuales serían el modo en que ella se representaría su sufrimiento para tal vez darle un sentido. Y aún más lejos, pudiendo llegar a creerse que les da la medicación cuando es ella la que en realidad la recibe.
      Respecto a tu noción sobre que lo que se representa en el manicomio es la histeria, tiene una gran carga de razón, ya que la histeria en el siglo XIX y primeras décadas del XX (sobre todo las consideradas graves) también eran recluidas en los manicomios. De todas las formas, la histeria habitualmente no toma la forma que sale en el videoclip, lo cual no quiere decir que no pueda adoptarla (para saberlo habría que hacer una exploración clínica de la enfermera y ver si esas alucinaciones tienen un tinte psicótico – de locura – o no, si no tuvieran la coloración de la psicosis se podría hablar de histeria sin caer en un error, porque hay que recordar que no hay ningún síntoma patognomónico de la locura – propio y exclusivo de las psicosis y que no aparecen en otras patologías -, ni siquiera las alucinaciones o los delirios).
      Es una visión inversa a la que yo he manejado y que podría muy bien ser cierta, mucho más que la que yo pensaba.
      Tu comentario respecto a la equiparación de pensar el videoclip de cierta forma (aumento del estigma social de los «trastornos mentales») equivalente a eliminar la filosofía de las aulas o rebajar el nivel de las clases de historia me parece tremendamente acertada y la comparto completamente.
      Muchísimas gracias por tu aportación, Nacho. Es maravilloso que lo hayas compartido para así ayudarme a pensar desde otra óptica.
      Un abrazo.

    • Ágalma Autor

      Muchísimas gracias por tu comentario, Marcial. Me alegro mucho de que te haya gustado y te agradezco las molestias que te tomas para leernos. Siempre es un estímulo.

  • Jaume

    Hola señor Jesús. He leido atentamente su comentario del videoclip Histeria. El remate final es buenisimo. Me he quedado también con el comentario personal sobre la superficialidad del videoclip y percivo que le preocupa mucho el sitio dónde se grabó y la rabia descontrolada de los locos. Usted ha dicho que no son agresivos entonces hay que meterles la camisa para que no se autolesionen o los atan a un arbol. Y si estan con amigos no les haran daño y si no dejan dormir a los vecinos una carta de reclamación. Siempre hay solucion verdad? Y si puede ser ponme una rutina que es terapia y habituamiento pero regar el jardín no me gusta prefiero jugar a cartas o debatir sobre psicologia filosofia y ciencias con el libro que me dejó el bibliotecario. O una revista de ciencias que me lo haga entender mejor. Bienvenido sea el siglo XXI. Y le damos las gracias por los amigos misteriosos que he conocido y empatizado cuando hablamos de medicinas o lo guapa y simpatica que es la infermera y sobre todo por el tiempo que he tenido para reflexionar mi ira no visible y secreta y los momentos de crisis visibles por los compañeros que se han acercado preocupados a ayudarme a levantarme del puto rincón al que me resguardava mientras la vida sigue su curso ahy fuera. Sigo sin entender nada pero sé con total certeza que algun día seré libre y no habrá hecho ni circunstancia que detenga mi camino por la escuela de la vida.hermoso o espinado camino me da igual pero 2 es mas que 1 y 0 sigue siendo positivo. Por un mundo mejor te amo mamá papa y broder. Gracias

    • Ágalma Autor

      Querido Jaume, muchas gracias por tu comentario y por tomarte la molestia de leernos. Ojalá supiera responderte, pero me temo que me has dejado sin palabras, cosa que te agradezco de corazón. Un saludo.

  • James

    Hola grupo Ágalma. Yo siento más haberle dejado sin palabras. Siempre se aprende mucho de un buen profesional y más si consige sorprenderme.Tengo mucho tiempo libre y me gustaría seguir sus clases y poder opinarle y aprender del tema seria un placer. Le dejo mi mail. Gracias jjaauummee12@gmail.com